La extracción no es un espectáculo unipersonal.
Sí, tú eres la que produce la leche y la que hace el gran esfuerzo de extraerla. Pero eso no significa que tu pareja deba quedarse de brazos cruzados. Es importante que sea un trabajo en equipo. Tu pareja o cuidador de confianza puede preparar el extractor y aprender cómo funciona, limpiar y/o desinfectar todas las piezas del extractor y los biberones después de cada uso, introducir la información sobre la toma en tu diario o aplicación y envasar la leche para guardarla en la nevera o el congelador. Además, ¡no te olvides de la merienda!
No toda la leche materna es igual.
Sorpresa: tu leche cambia a diario. ¡Has leído bien! Tu cuerpo sabe cuál es el sexo de tu bebé y qué edad tiene y cambia en consecuencia. Increíble, ¿verdad? La composición de la leche cambia a lo largo del día e incluso en cada sesión de extracción. Por eso es importante que te extraigas la leche en una sesión completa, porque tienes lo que se llama leche anterior y leche posterior. La leche materna es lo primero que se extrae o se amamanta. Es como un plato de ensalada. La leche final es el segundo plato, como el postre. Juntas, la primera y la segunda proporcionan a tu pequeño todo lo que necesita para hidratarse y nutrirse.
Reserva tiempo en tu calendario para sacarte leche.
La constancia lo es todo. Extraiga leche a intervalos regulares cada día, preferiblemente a la misma hora. Ponte un despertador y, si trabajas las 24 horas del día, programa esas sesiones de extracción como una reunión en tu calendario. De lo contrario, es demasiado fácil dejarse llevar por el día y correr el riesgo de que se produzca una congestión a corto plazo y una disminución de la producción a largo plazo. Recuerda: la leche que sale es igual a la que entra.
El estrés puede reducir la producción de leche.
Esto es cierto. Pero la cuestión es la siguiente: no puedes dejar de estresarte por arte de magia. Y decirte a ti mismo «no te estreses» sólo va a hacer que te estreses más. Tienes que engañar a tu cuerpo. He aquí algunas formas de hacerlo: Cubre los biberones con calcetines de bebé para que no puedas mirar (¡ésta es la clave!). Programa un temporizador, unos 15 minutos. Mira la televisión, lee o escucha música hasta que suene el temporizador. Mira una foto de tu bebé o, si el bebé está cerca, míralo. Te ayudará a que fluya la leche.
Pueden producirse orgasmos.
¿Te estás sonrojando? Sí, lo sé. Esto es delicado, y puede que te pase a ti. Te diré una cosa: la transición de un cuerpo sexual a otro que cumple una función y produce alimentos es extraña. Puede ser confuso, tanto para ti como para tu pareja, y se necesita tiempo para descubrir cómo fluir en esta nueva dualidad. Los pezones tienen montones de nervios sensoriales y son una zona erógena, así que aunque estés centrada al 100% en la utilidad y el vínculo con el bebé, a veces tu cuerpo simplemente hace lo suyo. No te avergüences. Culpa a la biología.
Mandy Major, también conocida como Doula Mandy, MA, PCD(DONA), es la fundadora de Major Care y creadora de My Fourth, la primera aplicación dedicada a madres y padres biológicos en el cuarto trimestre. Puedes seguirla en @doulamandy. Este artículo forma parte de una colaboración remunerada con Philips Avent.